Los políticos siempre hacen campaña antes de las elecciones, ya sean municipales o parlamentarias. Intentan convencer a la gente de que les vote a ellos o a su partido. Si se piensa en ello, se trata esencialmente de un tipo de publicidad y debe considerarse como tal. Por eso no es de extrañar que utilicen tácticas muy parecidas. La más común es, por supuesto, intentar atraerlos con promesas. Como tales, a menudo dicen lo que los votantes quieren oír, sin tener en cuenta hasta qué punto es factible. Por supuesto, también hay que tener en cuenta que prácticamente todos los partidos se dirigen a un tipo de votante ligeramente diferente.

Algunos partidos se dirigen a los jóvenes, otros a los jubilados y otros a los trabajadores. Esto incluye encuestas realizadas por diversas agencias y el simple desplazamiento por los perfiles de las redes sociales de los votantes potenciales. El objetivo es averiguar qué quieren específicamente y qué pueden ofrecer. Y aunque no lo parezca, este enfoque puede ser bastante eficaz.Otro muy utilizado es demostrar que son mucho mejores que sus competidores. En política, esto se refuerza denigrando a otros políticos.

Después de todo, este es uno de los pilares básicos de las campañas de muchos partidos. Sí, no siempre es una táctica admirable, pero por desgracia ha funcionado. Por eso la utilizan políticos de toda condición. Y son varios los esfuerzos subliminales que intentan. Entre ellos están los colores, la música y los eslóganes de los carteles. Estos desempeñan con mucho el papel más importante en las campañas electorales porque son los más visibles. Los vídeos de promoción electoral no se emiten en televisión por razones de imparcialidad, y aunque se emitan, los espectadores pueden apagarlos. Sin embargo, las vallas publicitarias son inevitables estemos donde estemos. La cuestión es si nos tientan.

Los políticos siempre hacen campaña antes de las elecciones, ya sean municipales o parlamentarias. Intentan convencer a la gente de que les vote a ellos o a su partido. Si se piensa en ello, se trata esencialmente de un tipo de publicidad y debe considerarse como tal. Por eso no es de extrañar que utilicen tácticas muy parecidas. La más común es, por supuesto, intentar atraerlos con promesas. Como tales, a menudo dicen lo que los votantes quieren oír, sin tener en cuenta hasta qué punto es factible. Por supuesto, también hay que tener en cuenta que prácticamente todos los partidos se dirigen a un tipo de votante ligeramente diferente.

Algunos partidos se dirigen a los jóvenes, otros a los jubilados y otros a los trabajadores. Esto incluye encuestas realizadas por diversas agencias y el simple desplazamiento por los perfiles de las redes sociales de los votantes potenciales. El objetivo es averiguar qué quieren específicamente y qué pueden ofrecer. Y aunque no lo parezca, este enfoque puede ser bastante eficaz.Otro muy utilizado es demostrar que son mucho mejores que sus competidores. En política, esto se refuerza denigrando a otros políticos.

Después de todo, este es uno de los pilares básicos de las campañas de muchos partidos. Sí, no siempre es una táctica admirable, pero por desgracia ha funcionado. Por eso la utilizan políticos de toda condición. Y son varios los esfuerzos subliminales que intentan. Entre ellos están los colores, la música y los eslóganes de los carteles. Estos desempeñan con mucho el papel más importante en las campañas electorales porque son los más visibles. Los vídeos de promoción electoral no se emiten en televisión por razones de imparcialidad, y aunque se emitan, los espectadores pueden apagarlos. Sin embargo, las vallas publicitarias son inevitables estemos donde estemos. La cuestión es si nos tientan.