La evolución es un hecho generalmente aceptado hoy en día. Se ha observado tanto en formas micro como macro y está respaldada por hallazgos arqueológicos en todo el mundo. Por el contrario, aún no se ha encontrado ninguna prueba de que la abundancia de especies animales y vegetales que conocemos hoy en día no se originara de este modo. Sin embargo, todavía hay quienes insisten en que tal cosa es imposible. Pero antes de condenarlos, debemos analizar qué les llevó a tal idea.

El más común es el hecho de que la evolución natural simplemente no coincide con lo que dice su religión. Tomemos como ejemplo el cristianismo, la religión más extendida en este país. El cristianismo enseña que Dios creó al primer ser humano, Adán, del polvo y a Eva de su costilla. Sin embargo, esta versión contradice directamente el hecho de que los humanos son esencialmente una especie primate y comparten un antepasado común con, por ejemplo, los chimpancés. Sin embargo, es cierto que muchas religiones ya han empezado a aceptar la teoría de la evolución.

El hecho de que los humanos simplemente no puedan concebir las grandes escalas de tiempo necesarias para que los organismos unicelulares primitivos evolucionen hasta convertirse en las abundantes especies que conocemos hoy en día también juega un papel importante[31 Fueron necesarios billones de años, pero la mente humana es incapaz de pensar en esas unidades de tiempo. Pueden comprenderlas lógicamente, pero no pueden visualizarlas. Ese es el problema para muchas personas.

También hay veces en que los científicos se equivocan. Un ejemplo clásico es el de los Piltdown, que resultaron ser unos farsantes. Pero olvidan que este fraude fue descubierto con bastante rapidez y sólo por otros científicos que estudian la evolución.

También hay que mencionar un malentendido fundamental de todo el proceso evolutivo. Muchos de ellos imaginan, por ejemplo, que un primate primitivo dio origen de repente a un humano o a un chimpancé. Pero, por supuesto, no es así; se trata de una acumulación de pequeños cambios a lo largo de un período de tiempo muy prolongado. Pero, por desgracia, hay gente que no lo entiende.

La evolución es un hecho generalmente aceptado hoy en día. Se ha observado tanto en formas micro como macro y está respaldada por hallazgos arqueológicos en todo el mundo. Por el contrario, aún no se ha encontrado ninguna prueba de que la abundancia de especies animales y vegetales que conocemos hoy en día no se originara de este modo. Sin embargo, todavía hay quienes insisten en que tal cosa es imposible. Pero antes de condenarlos, debemos analizar qué les llevó a tal idea.

El más común es el hecho de que la evolución natural simplemente no coincide con lo que dice su religión. Tomemos como ejemplo el cristianismo, la religión más extendida en este país. El cristianismo enseña que Dios creó al primer ser humano, Adán, del polvo y a Eva de su costilla. Sin embargo, esta versión contradice directamente el hecho de que los humanos son esencialmente una especie primate y comparten un antepasado común con, por ejemplo, los chimpancés. Sin embargo, es cierto que muchas religiones ya han empezado a aceptar la teoría de la evolución.

El hecho de que los humanos simplemente no puedan concebir las grandes escalas de tiempo necesarias para que los organismos unicelulares primitivos evolucionen hasta convertirse en las abundantes especies que conocemos hoy en día también juega un papel importante[31 Fueron necesarios billones de años, pero la mente humana es incapaz de pensar en esas unidades de tiempo. Pueden comprenderlas lógicamente, pero no pueden visualizarlas. Ese es el problema para muchas personas.

También hay veces en que los científicos se equivocan. Un ejemplo clásico es el de los Piltdown, que resultaron ser unos farsantes. Pero olvidan que este fraude fue descubierto con bastante rapidez y sólo por otros científicos que estudian la evolución.

También hay que mencionar un malentendido fundamental de todo el proceso evolutivo. Muchos de ellos imaginan, por ejemplo, que un primate primitivo dio origen de repente a un humano o a un chimpancé. Pero, por supuesto, no es así; se trata de una acumulación de pequeños cambios a lo largo de un período de tiempo muy prolongado. Pero, por desgracia, hay gente que no lo entiende.